Conceptos. Revista de investigación graciana (5) 2008
Universidad
Da Coruña. Departamento de Filosofía española e latina
Reviewed by
María G. Navarro
Una empresa de inspiración
graciana no puede por menos que hacer suya la consigna de que el mejor atajo
para ser persona consiste en saberse ladear. Acaso no habría de tildarse
de atajo al camino a través del cual las cosas, las palabras y las personas entran
en relación, si consideramos que esta actividad mediadora se da bajo la
circunstancia de la necesidad, y es por ello un ingrediente no sólo inobjetable
sino inevitable y recurrente en el curso de una existencia. Pero si nos fijamos
atendiendo al detalle —allí donde las cosas se nos muestran esenciales o
elocuentes—, lo cierto es que el camino de la mediación y la comunicación no es
necesario; de ahí que para llegar a él sea menester hacer uso del ingenio, el
gusto, el artificio y la ponderación que llevan seguramente a encontrar
infinidad de formas para ladear todos los caminos del decir y el expresar las
cosas, a fin de hacer de todo una auténtica sabiduría
conversable, que no es la
sabiduría more geometrico, sino la de aquella con que nos ladeamos
seguros de que siempre hay para las cosas dichas un aún por decir de su secreta
geometría more hermenéutica y, consiguientemente, more heurística.
Conceptos, una revista de
inspiración graciana, hace suyo desde hace un lustro el oráculo del jesuita:
atajando, centra su investigación en el análisis de aquellos artificios del
pensar que, andando el tiempo, se nos muestran revestidos del ingenio de muchos.
Son los conceptos. Que todos exprimimos para expresar cultamente ese sinfín de
atajos con los que la idea de un solo camino hacia las cosas —incluso
tratándose de entidades matemáticas— se diluye y torna aun irrepresentable una
vez oteada la verdadera carta geográfica de lo existente. Atiborrada, repleta
de meandros, surcos, riachuelos, huellas y toda clase de vestigios
significativos, la cartografía geográfica es una metáfora de la cartografía
conceptual. Por ello, Conceptos, un mapa
imaginario del que da fe el Siglo de Oro, y en el que el único camino necesario
y universal es el que adquiere la cualidad de la claridad y la distinción
ladeándose a través del gusto, practica con sutileza la tarea editora al
seleccionar investigaciones que reparan en el entendimiento de problemas y
asuntos por medio del trabajo de análisis y conversación de conceptos.
Conscientes de que una empresa así no se puede
encarar sin volverse hacia todos los lados, en el número cinco de la revista Conceptos, Emilio Blanco y Elena Cantarino (quien,
además, ha asumido la tarea de coordinadora en este último número) han
seleccionado estos trabajos que tienen en común la índole filosófica y la
atención bien hacia la historia como problema, bien hacia el historiar de algunos
conceptos, mas sin que ninguno de estos rasgos —a saber: el filosófico, el
histórico— pueda añadir uniformidad al espíritu de esta revista de
investigación graciana que prefiere dejar el sueño de la uniformidad temática a
coetáneos preocupados por una concepción disciplinaria en que se arruina la
función renovadora de las afinidades electivas del gusto cuya región ondea y se
ladea hacia más páramos y recovecos que los apuntalados por el sueño monotemático
del saber de algunos.
El amable lector encontrará en este número ocho
trabajos de rigor que bien podrían dividirse en dos grandes perspectivas, a
saber: la implicada en una indagación de los aspectos metodológicos de la
historia conceptual y aquella otra volcada en el análisis conceptuoso de casos
concretos que devienen conceptos. Las dos perspectivas, bien que la primera
parece reservarse la dimensión especulativa en un primer plano, no pueden
considerarse separadamente, puesto que la indagación conceptual es una forma de
investigación histórica y, en los mejores casos, no puede efectuarse sin el
conocimiento del conjunto de problemas
especulativos considerados expresamente por la Histórica.
La ventaja de tener en las manos una publicación
así es, precisamente, la de que los autores que publican aquí sus trabajos
conocen con detalle el legado filosófico concernido en la historia conceptual o
historia de los conceptos, y que, por ello, la investigación centrada en la
índole particular de un concepto (filosofía política, amistad, filosofía de la
naturaleza, sublimidad, Histórica,
percepción, etc.) se lleva a efecto, en parte, como expresión de una concepción
compleja del universo de problemas propiamente especulativos concernidos
ejemplarmente en la pregunta filosófica en torno a las condiciones de posibilidad
del conocimiento de la historia. Una edición de inspiración graciana que ha
sabido distinguir muy audazmente el campo de indagación conceptual sin cercenar
la multiplicidad de enfoques composibles que sirven de aproximación al problema
de la historia de los conceptos, pues ésta, como es obvio, no puede realizarse de facto sin el análisis de la gestación de cada uno de
ellos. Por todo ello, como cada gestación es singular, Conceptos edita aquí (y con audacia, como ya decía) un elenco
de artículos en los se dan rigurosamente la mano las dos perspectivas mentadas:
la metodológica, propiamente especulativa, y aquella otra centrada en la
semántica y pragmática conceptuales.
Joaquín Abellán ofrece una revisión de la formación
del concepto ‘ciencia política’ en el siglo XVII a través de un texto en el que
el autor ha sabido combinar la erudición del historiador con la elección
elocuente de textos y autores a través de los cuales ha jalonado su artículo de
significativos ejemplos para dilucidar la evolución del contenido semántico,
así como del uso de la ciencia política desde los tiempos de Aristóteles.
Sobre este último, introduce una reflexión final acerca de la distinción entre
ciencias teoréticas y prácticas. De particular interés resulta esta última incursión,
que lleva a la reconsideración filosófica de la politike episteme a la
luz de un conocimiento racional asociado a la deliberación y a la tópica,
tornando de este modo más comprensibles algunos de los problemas relacionados
con la evolución del concepto de ‘ciencia política’.
Existiendo una armonía metodológica implícita con el
punto de vista desarrollado por Abellán, el artículo de Giuseppe Duso se centra
en la reivindicación de la perspectiva en clave conceptual a la hora de
aproximarnos al pensamiento de autores filosóficos, pues es la única que nos
garantiza una forma de comprensión en clave verdaderamente histórica, toda vez
que para aquéllos el contexto de acción en el que se desarrolla su tarea es un
contexto de acción conceptual.
Faustino Oncina analiza con un rigor ciertamente
pulcro la relación entre Ilustración e historia conceptual a propósito de la
edición en castellano de la que fuera la tesis doctoral de Koselleck publicada
en 1954, Crítica y crisis. Un estudio sobre la
patogénesis del mundo burgués; a tenor de lo cual replantea algunas
tesis de Koselleck acerca del pretendido papel jugado por Lessing como
«catalizador de la
Revolución ». Para mostrar y justificar su divergencia,
Oncina analiza en clave conceptual el significado adquirido en el pensamiento
de Lessing de conceptos como el de ‘amistad’, ‘política’, ‘ciudadanía’ y ‘masonería’.
De las razones que llevarían a interpretar la
filosofía de la naturaleza de Schelling como el desarrollo primero de una
explicación filosófica de la tesis que daría inspiración, posteriormente, a la
teoría de la evolución de Darwin, se dedica Matthias Kossler en un trabajo que
no sólo tiene de original el hecho de mostrar claramente la flexibilidad de la
perspectiva conceptual para replantear el alcance de teorías pasadas sobre
nuestro modo de repensar formulaciones posteriores, sino la de —siguiendo el
camino, pero en sentido opuesto— llegar a reinterpretar lo antiguo a la luz de
la historia de los efectos generados, si no de facto, en el
curso del legendario tiempo histórico en la línea que va de Schelling a Darwin,
sí al menos en el tiempo histórico al que se vincula la recreación del
intérprete. Es éste último quien hace esa comunicación composible bajo una
nueva temporalidad, a saber, la de la recepción de hipótesis explicativas con
efectos comprensivos, tanto en lo que respecta a Schelling como a Darwin.
El trabajo de Giovanna Pinna es otro ejemplo de
cómo la investigación en clave conceptual no sólo constituye un acicate para
investigar la relación entre pensadores y el modulado efecto de esa sabiduría
que Gracián expresó bajo el opúsculo en torno a la conveniencia de saberse ladear, sino la de ser además un método para
obtener una reconstrucción más precisa en clave semántica. Recurso que se nos
muestra ejemplarmente en el caso del concepto de ‘sublime’ en el pensamiento Schiller;
concepto que lleva a éste —bajo el influjo kantiano— a conjugar la idea de
belleza con el concepto de sublime: una relación que, pese a la inicial tensión
irresoluble entre belleza y sublimidad, se expresa prototípicamente en la
figura ejemplar de la tragedia, el lugar donde los opuestos se expresan bajo
una relación dinámica.
La sugestiva investigación de José Manuel Romero Cuevas
replantea el problema de la Histórica ahondando
en la tradición kantiana, a fin de ofrecer una revisión crítica de la elección
de Koselleck de ciertas categorías con las que ha postulado el estatuto
transcendental de la historia, es decir, la piedra de toque para representarnos
en qué habrían de cifrarse las condiciones de posibilidad de toda historia
posible. Toda vez que dichas categorías ofrecen ciertos problemas para llevar a
efecto dicho objetivo especulativo, José Manuel Romero propone otros modelos
para concebir críticamente la historia, y ello de la mano de Nietzsche y
Benjamin, encontrando en dichos autores modelos con los que, sin olvidar la
tradición anterior, el problema de las condiciones de posibilidad de toda
historia posible se concibe también bajo el concepto propiamente de ‘apertura’.
Con esta estrategia argumentativa, en la que se juega de algún modo a hacer
composible una paradoja, el autor estable muy sugestivamente el conjunto de
problemas que llevarían a la Histórica a
replantear el sentido y alcance especulativo de su carácter trascendental.
Con un estilo ciertamente depurado y ameno, Elena
Nájera dedica su artículo a la relación que mantuvieron Nietzsche y
Wittgenstein con la escritura y, más específicamente, con la escritura
deliberadamente fragmentada a fin de producir efectos discursivos adecuados
para la representación de conceptos relacionados con realidades en las que se
da un cierto grado de inefabilidad, tal es el caso de lo estético y lo
religioso.
Karina P. Trilles Calvo cierra el quinto número de
la revista Conceptos con un artículo
especialmente creativo y elocuente dedicado a la descripción de los límites del
modelo dualista en la epistemología clásica en virtud de experiencias de
naturaleza perceptiva y plástica, y en las que dichos límites experimentan, a
su vez, una insalvable opacidad explicativa. Estas limitaciones son
interpretadas por Trilles Calvo a la luz de la investigación de Merleau-Ponty,
y llevan a la autora a justificar la necesidad de replantear un modelo de
ontología o, mejor, (endo)ontología en la que la dicotomía conceptual entre
sujeto y objeto es rebasada por nuevas relaciones conceptuales.
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